Crítica de ‘El Irlandés’: Fantasmas

Los amantes del séptimo arte esperábamos impacientes lo nuevo de uno de los mejores directores de la historia. Más todavía sabiendo que volvía a contar una historia sobre la mafia, campo que el bueno de Marty domina a la perfección. Cuando el reparto salió a la luz, esa expectación se duplicó, sabiendo que el bueno de Scorsese iba a contar con lo mejor de lo mejor, narrando momentos de la historia de América dentro de un género en el que se mueve como pez en el agua. Y entonces, llegó. La película tendría un estreno limitado en cines y sería estrenada en la plataforma de moda, Netflix. ¿Cumple las expectativas? ¿estamos ante otra obra maestra del cine? Bienvenidos a El irlandés.

El film llevaba tiempo en la cabeza de nuestro querido director. La manera de narrarla elegida por el mismo, disparaba los costes de producción debido a la necesidad de implementar una técnica de rejuvenecimiento en los rostros de los actores principales que no era precisamente barata, ya que era una historia que abarcaba una vida entera. Y finalmente tuvo luz verde. Sobre un guión de Steven Zaillian basado en el libro de Charles Brandt, «I heard you paint houses«, la historia de Frank Sheeran, ese irlandés que trabajó para la mafia durante prácticamente su vida entera, se pudo rodar. Contamos con la aparición de un actor que estaba prácticamente retirado, Joe Pesci (lo mejor de la cinta con diferencia) y de otro peso pesado como es Al Pacino, interpretando al famoso sindicalista Jimmy Hoffa. Por supuesto, la mano maestra de Martin Scorsese detrás de las cámaras nos preparaba para algo grande. Otros secundarios de altura como Bobby Cannavale, Stephen Graham y Anna Paquin completan un reparto estelar.

El irlandés, y esto debe ser dicho, es una película de considerable metraje. Sus casi tres horas y media dan para mucho. Y esto, para un director que está acostumbrado a manejar con un envidiable ritmo sus películas, no debería ser un problema. Es cierto que es una prueba de fuego para cualquiera rodar un film con esta duración y mantenerla a flote durante todo el tiempo. Debido a las características narrativas de El irlandés, a algunos espectadores les puede resultar indigesta, y es comprensible. Aun así, su metraje no resulta uno de sus puntos negativos precisamente, aunque sí a considerar.

La historia de Fran Sheeran abarca una vida entera. Quién era, como empezó a trabajar para la mafia, como conoció a los personajes que cambiaron el rumbo de su vida y las consecuencias de sus actos son el vehículo del film. Quizá he echado en falta un mayor desarrollo en el conflicto con su familia, sobre todo con el personaje de Anna Paquin, pero resulta algo perdonable cuando llegamos al desenlace, y hablamos de una película no precisamente corta.

La técnica utilizada para la ocasión nos permite ver rejuvenecidos a De Niro, Pesci y Pacino. Los resultados son sorprendentes, y aunque a primera vista puede costar acostumbrarse, una vez superado ese periodo no es algo que nos saque de la historia. Ahora bien, la parte negativa es casi flagrante: se puede rejuvenecer un rostro hoy en día con las técnicas existentes, y son resultados sorprendentes…no así los movimientos. Es por ello que mientras vemos a un De Niro de unos 30 o 40 años en pantalla, sus movimientos, y una escena que implica a un frutero de barrio por ejemplo, no tienen el mismo resultado. Los movimientos de un actor de más de setenta años con un rostro de cuarenta es algo que resulta a todas luces extraño y falto de credibilidad.

Por lo demás, estamos ante la clásica historia de traiciones, asesinos, política, familia y remordimiento que Scorsese puede bordar. Es odioso entrar en comparaciones, pero personalmente, y quizá por mitificación personal (mea culpa) ya que soy un absoluto seguidor del cine del director, prefiero cintas como Uno de los nuestros o Casino en lo que a cine de mafia se refiere. No es que El irlandés sea una obra menor ni mucho menos, pero quizá haya calado en mí en menor medida que otros filmes del director. Quizá en unos años cambie de opinión, tras otro visionado, cosa que suele ocurrir a veces. Los gustos son así.

Hay algo que es innegable en la película, y es el sello Scorsese. El uso de la música, esa perfección absoluta en cada plano, el detalle cuidado y mimado como sólo Scorsese puede lograr. Lo demás lo hacen los actores. El mejor papel de De Niro en años, la aportación de Pacino como un Hoffa que nos regala momentos memorables, humor incluido, y por supuesto Pesci. Joe Pesci, retirado y alejado de las cámaras desde hace demasiado, vuelve por la puerta grande como Russell Bufalino, ese jefe de la mafia calmado, sosegado, del que una mirada y un gesto sirven para helar la sangre a cualquiera. Alejado de histrionismos como el maravilloso Tommy DeVito de Uno de los nuestros, o el salvajismo de Nicky Santoro en Casino, el actor demuestra aquí que las tablas y trabajar con uno de los mejores merece que nos quitemos el sombrero.

El irlandés es cine clásico, del que debe paladearse como un buen vino. Puede resultar lenta, pero se toma su tiempo para contar lo que quiere contar. La relación entre Sheeren y Hoffa, la amistad del protagonista con Bufalino, ese viaje que termina siendo otra cosa totalmente diferente, ese In the Still of the Night de The Five Satins (maravilloso tema que se repite para volver a escucharlo en los créditos) y toda una vida relatada en tres horas y media. Fran Sheeran tuvo que elegir, y pagó su precio. Su familia, sus amigos, y lo que hizo junto con sus consecuencias serán sus fantasmas. Los que le acompañarán en su viaje, que comienza en la película con su final, con ese maravilloso plano hasta llegar a De Niro y comenzar la narración.

Llegados a los últimos treinta o cuarenta minutos de película, es donde Scorsese saca la artillería. El tiempo es implacable, y da cuenta de todo y de todos. La vejez llega inevitablemente, y nos toca contemplar como tanto Sheeran como Bufalino son presa del implacable reloj de arena. El pintor de casas ha dejado de pintar casas, y el poder del otrora poderoso capo se ha desvanecido cuando ha llegado la atrocidad de la senectud. Queda esa amistad imperecedera, esos recuerdos de juventud, y esos remordimientos que queman como una llama por dentro. La mirada de De Niro hace que sobren las palabras. La palabra «lealtad» toma un nuevo cariz bajo la batuta del director. Y quien mejor que Scorsese para contarnos su particular crepúsculo de los gángsters.

¿Es El irlandés una obra maestra? para muchos, innegablemente. Quizá yo esperaba otro tipo de película, quizá el amor que siento por sus anteriores films ha hecho que mis expectativas se disparasen. Dicen que el tiempo coloca todo en su lugar, y quizá ocurra eso con esta película. Servidor por el momento se queda con otras películas del género en el recuerdo, sin ocurrírseme la locura de desdeñar la que nos ocupa. Y es que la estela de Scorsese en el género brilla con luz propia.

Todo culmina con ese plano final, rezumando nostalgia, resignación y tristeza a partes iguales, mientras volvemos a escuchar In the Still of the Night, y la pantalla funde a negro delante de nuestros ojos. Es una mirada a la mafia desde unos ojos diferentes, mucho más conscientes, experimentados y maduros. El irlandés es la obra que completa filmes como Goodfellas y Casino, o incluso Malas Calles, haciéndola de obligado visionado para cualquier cinéfilo. No es perfecta, pero sería de ser muy desagradecido no aplaudir a Martin Scorsese por esta película.

Y darle las gracias por todo.

Miguel Francisco Moreno

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