Va de series: ‘Oz’

En el ahora lejano 1997 Tom Fontana nos trajo la que hasta ahora puede considerarse como la mejor serie carcelaria que existe. Sí, es tan categórico como cierto, y aquellos que la conozcan tendrán que darme la razón. Así que prepárense para pasar bastante tiempo entre rejas, y tener tiempo para pensar en sus camas cada noche cuando escuchen aquello de «fuera luces». Bienvenidos a Oz.

rsz_oz-hbo

Oz es la Institución penitenciaria Oswald en Nueva York. Una de las cárceles más conocidas del estado, que alberga en su interior la llamada Ciudad Esmeralda, un proyecto pensado para rehabilitar a los presos e ideado por el tenaz Tim McManus, que lleva a cabo una ardua labor dentro de los muros del complejo. Por supuesto, no deja de ser una cárcel, lo cual equivale a bandas, asesinatos, venganzas, violencia y acuerdos internos. Todo lo que sucede en una cárcel cualquiera, excepto porque Oz es un lugar diferente.

A lo largo de 6 temporadas, asistiremos a la vida diaria en Oz. De la mano de uno de los presos, Augustus Hill, nos adentraremos en cada episodio con algo que aprender, y algo que olvidar también. Este personaje es el presentador de la serie, fundamental a la hora de conocer a los demás presos, sus condenas y su forma de actuar, así como la banda o clan al que pertenecen. No esperen una serie edulcorada, ya que en Oz tendremos violencia a raudales, acompañada de uno de los mejores castings que se recuerdan. Debido a la dilatada duración de la serie, tendremos infinidad de actores que pasarán por ella, pero tengo que pararme a mencionar unos cuantos que brillan con luz propia como son Dean Winters, J.K. Simmons, Christopher Meloni, Kirk Acevedo, Lee Tergesen, Eamonn Walker, Terry Kinney, Ernie Hudson, Lauren Velez, Edie Falco o Luke Perry. Personajes como Simon Adebisi (fantástico Adewale Akkinuoye-Agbaje) o Kareem Said, (Walker) nos acompañarán siempre. Uno de los mayores puntos fuertes de la producción es su magnífico reparto a lo largo de sus temporadas, y la fantástica química entre  sus personajes.

Oz define por qué HBO posee la calidad que ha demostrado con el tiempo. No veremos una producción de tal calibre en ninguna otra cadena, ni tratada con el mimo puesto aquí. Una vez nos asentemos como espectadores en la serie, y vayamos conociendo sus personajes, motivaciones, frustraciones y anhelos, apreciaremos su auténtico triunfo. Aparte de ser totalmente realista, y mostrarnos la crudeza diaria de una cárcel repleta de reclusos, se toma la licencia de criticar el sistema penitenciario americano, y la política que se lleva al respecto, casi siempre a través de los ingeniosos monólogos del personaje de Harold Perrineau, que no tienen precio.

Oz es la serie carcelaria por excelencia. Cualquier otra que lo intente no podrá jamás llegarle a la suela del zapato por muchos motivos. Por ponernos en la piel de cada personaje, por mostrarnos lo que le hace el aislamiento a un ser humano, la necesidad de pertenecer a un grupo, o la violencia desatada que explota dentro de sus muros. Por enseñarnos que algunos reclusos merecen estar fuera y disfrutar de la libertad mientras algunos oficiales y agentes de seguridad que trabajan en la penitenciaría merecen lo contrario (el caso de Claire Howell, interpretada por Kristin Rohde, por ejemplo) y otros muchos casos que iremos viendo por nosotros mismos. Es a todas luces una serie de obligado visionado, porque en muchos casos disecciona al ser humanos hasta un punto que duele. Oz es una serie de grises, nunca usa el blanco o el negro. Y eso siempre se agradece.

Muslims on Oz

Seis temporadas que nos enseñan mucho más de lo que parece componen Oz. Puede que la serie peque quizá de dilatarse demasiado durante las mismas, teniendo la sensación de que con una temporada menos habría sido más redonda. Episodios de una hora que nos hacen caminar por los pasillos de Oswald, pasar un rato jugando a las cartas con personajes como Bob Ribadou o Agamenon Busmalis, conocer a los musulmanes liderados por Said, o evitar cruzar miradas con los arios liderados por Vernon Schillinger (una vez más hay que quitarse el sombrero ante el gran John Kimball Simmons en un papel para enmarcar).

Entrar en una serie como ésta requiere estar preparado para mirar muchas veces a ese rincón que evitamos siempre, a esa parte de la sociedad que prácticamente no existe a los ojos de muchos, pero que ahí está. Gente confinada por diversos motivos, intentando cada día mantener la cordura o lo que es peor, mantenerse con vida. Esa parte de la sociedad que, apartada y anulada para el resto, supone un porcentaje mucho mayor de lo que pensamos en un principio. La población reclusa existe, y Oz nos lo recuerda en cada episodio.

Si aún no la han visto, es el momento, ya que HBO la ha repuesto completa hace tiempo y era una serie complicada de encontrar antes de esto. El viaje, aunque duro y voraz a veces, merece la pena. Porque una hora en Oz es suficiente para caer en las consecuencias de privar a alguien de su libertad. De cambiar a una persona y mostrar su lado más oscuro. E incluso, de comprobar cómo a través de los barrotes de nuestra celda también puede filtrarse ese rayo de luz que, a modo de esperanza, nos mantiene vivos mientras la soledad y el miedo nos corroe poco a poco por dentro.

No se la pierdan.

 

Miguel Francisco Moreno

Deja un comentario