El cine que te marcó: ‘Glengarry Glen Ross’

En 1992 el director James Foley adaptaba un guión de David Mamet a la gran pantalla. Una historia de perdedores y ganadores dentro del duro y rocoso mundo de las ventas, donde todo vale y las reglas no existen. Un puñado de hombres desesperados que luchan por abrirse camino en una película de actores. Bienvenidos a Glengarry Glen Ross.

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James Foley, con cintas como ¿Quién es esa chica? o Hombres frente a frente en su haber, dirigía respetando al máximo el aspecto teatral del guión de Mamet esta historia. Un film que se sustenta la mayor parte del tiempo dentro de una oficina, con personajes que van y vienen, debería tener un reparto capaz de sustentarlo. En este caso no es para menos. A saber: Ed Harris, Kevin Spacey, Al Pacino, Jack Lemmon, Alec Baldwin, Alan Arkin y Jonathan Pryce. Casi nada ¿verdad? la banda sonora corre a cargo de James Newton Howard y la fotografía es de Juan Ruíz-Anchía. Una nominación al Oscar Y al Globo de Oro para Al Pacino son su mejor presentación.

Glengarry Glen Ross no se anda con rodeos, y nos pone en situación de inmediato. Una multinacional de venta de terrenos machaca las maltrechas espaldas de sus vendedores. Unos en horas bajas, y otros (Rick Roma, un soberbio Pacino) en su mejor momento. Todos luchan por sobrevivir en unas condiciones que no muchos soportarían. El duro mundo de las ventas, despiadado y cruel. O vendes o te vas a la calle. Es el pan de cada día.

Momentos como la gloriosa escena en la que entra a matar Blake (Alec Baldwin) en una escena de apenas cinco minutos que vale una carrera entera, combinada con un excelso Jack Lemmon, Un Ed Harris que demuestra por que es uno de los mejores actores de su generación, y que decir de Alan Arkin, veteranía en esencia. Todos tienen su momento álgido en la historia. Es una película de actores, como mencionaba. Todo un festín interpretativo del que disfrutar, si bien no todos los espectadores serán seguidores de este tipo de cine. Teatro filmado, prácticamente.

Toda la película es como morder hiel. Personajes atormentados por su situación personal. Lo único que importa es conseguir la venta, la firma del contrato. Las artimañas y las mentiras son el gaje del oficio de cada día, todo por conseguir ser el primero en la pizarra de ventas. Un juego de cuchillos o un Cadillac Eldorado como primer premio. Tu eliges. Mañana puedes estar en la calle, lamentándote de tu suerte. Shelley Levine y su delicada situación, un vendedor que tuvo su momento de gloria ya perdido. Roma, el vendedor por excelencia, elegante y embaucador irresistible. Dave Moss, harto de su trabajo y su mala suerte, y George, arrastrado por su debilidad de carácter.

El robo de las nuevas fichas de venta, las codiciadas fichas de Glengarry será el motivo del nudo de la trama. Descubrir al ladrón mientras vamos conociendo las intenciones de cada personaje dentro de unos diálogos que son literalmente oro puro debe ser un placer para todo cinéfilo. Foley respeta al máximo el formidable guión de Mamet sin darnos un respiro. Cada diálogo cuenta.

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Glengarry Glen Ross se apoya precisamente en eso. Su guión a prueba de bombas interpretado por un plantel de actores incomparable. Los enfrentamientos, las envidias, la desesperación, las armas del vendedor. Todos los actores construyen unos personajes sólidos como rocas, destacando a Lemmon y Pacino en unos momentos finales para enmarcar. Nacidos para interpretar, dan un recital sólo al alcance de unos pocos.

Lo que muchos conocemos como aves de rapiña, mentirosos compulsivos que acosan a diario a pobres inocentes, se humaniza aquí. Vender o morir, ya sea fingiendo ser un vicepresidente de una gran compañía, o apelando a otras argucias siempre de dudosa moral. Pero hay que seguir viviendo, mañana será otro día. El capitalismo más voraz, que nos engulle dentro de la maquinaria establecida, en la que todos somos engranajes de una gran cadena. ¿Eres vendedor? es un trabajo duro, se cita en un momento de la cinta.

Glengarry Glen Ross es recomendable al máximo y merece más de un visionado. Un descarnado panorama en el que un puñado de hombres luchan por sobrevivir, por llegar a mañana. Sólo el reparto merece la pena, eso es indiscutible. A disfrutarla.

«Y no lo olviden, sólo cuenta una cosa. ¡Hacerles firmar en la línea de puntitos! ¿Me oyen, rebaño de borregos?» (Alec Baldwin)

Miguel Francisco Moreno

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