El cine que te marcó: ‘Jo, qué noche’

En 1985 el consagrado director Martin Scorsese dirigía una disparatada y divertidísima comedia muy alejada  de los films que rodaría en su etapa posterior. Desde aquí rescatamos una de sus obras más señaladas, donde el periplo de un joven en busca de aventuras nocturnas se convertirá en una auténtica pesadilla. Bienvenidos a lo desconocido. Bienvenidos a Jo, qué noche.

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Jo, qué noche, traducida de la peor manera posible en nuestro país para no perder las costumbres, se centra en las desventuras de un joven Griffin Dunne en la gran ciudad. De hecho bien podría ser éste su título. Con un guión de Joseph Minion y una magnífica dirección de un joven Scorsese, ya a sus espaldas con Malas Calles, Toro Salvaje y Taxi Driver, nos preparábamos para una noche de juerga muy particular y alejada de lo que Dunne buscaba. El reparto lo completan Rosanna  Arquette, Bronson Pinchot, Linda Fiorentino y Verna Bloom.

La anodina vida de nuestro protagonista y el encontronazo con una desconocida joven sirven de aperitivo para lo que vendrá después, mientras a cada paso no podemos sino compadecernos más y más de nuestro improvisado héroe nocturno. Afterhours, que suena mucho mejor y se ciñe como un guante a las desgracias que sufre el aterrorizado Griffin Dunne, te garantiza diversión a raudales. El acompañamiento de una muy particular banda sonora a cargo de Howard Shore hace el resto.

El film desprende una frescura y energía de la que es difícil deshacerse, y desde el momento en que Paul coge un taxi a toda velocidad hacia la negrura de lo desconocido, sabemos que es un viaje que no olvidará fácilmente. Cada personaje con el que se encuentra es aún mas bizarro que el anterior, y la locura se desata. Y es que la noche no es para todos, y la fauna que la habita puede ser peligrosa.

Por si fuera poco la complicada situación de enredo efecto «bola de nieve» en la que se ve sumido el protagonista, todo está salpicado con un humor fantástico. Y tras persecuciones, amenazas, personajes inolvidables, y la angustia de la imposibilidad de volver a la tranquilidad de nuestro sofá, debemos aceptar al igual que Paul, que muchas noches es mejor quedarse en casa al calor del hogar. Como anécdota, el propio Scorsese se reserva un pequeño cameo en una de las secuencias más alocadas del film que tiene lugar en una discoteca.

Otro factor desarrollado a la perfección es la mencionada sensación de angustia y agobio. No podemos volver a casa, y la noche nos va tragando lentamente hacia su estómago junto con nuestra desdichada víctima. Una sensación tan atrayente como desesperante. Pero ya es demasiado tarde, hemos caído presa de las garras de las criaturas de la noche, que aunque no podamos verlas, existen acechando en cada rincón para que no olvidemos la experiencia.

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Afterhours (prefiero llamarla así) es el plan perfecto para cualquier noche en blanco. Acepta revisiones sin complejos y es tremendamente entretenida. Se aleja además del tono que adoptaría el director en posteriores y grandes películas, siendo casi una rara avis en su filmografía. Y cuando ya esperas cualquier cosa y el sol comienza a despuntar en el horizonte, disipando poco a poco la pesadilla en la que nos hemos metido, todo se remata con un final tan estrambótico como genial, donde la vuelta a la odiada rutina es nuestra salvación. Un aplauso desde la grada.

Y es que nunca fue tan fácil pasar una noche de locura sin salir de casa. Esta película es muestra de ello, y el buen rato está asegurado. Los peligros de la noche existen, y están a un paso de nosotros. Si además lo contamos sin complejos, con un punto de mala baba y mucho humor, el resultado es esta obra maestra. Un viaje hacia lo desconocido tan refrescante como un chapuzón veraniego.

Para no perdérsela, y mejor verla al caer el sol. Gana en intensidad.

 

Miguel Francisco Moreno

 

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