Cine Culpable: ‘Yo, el halcón’

Hoy revisitamos otra pieza única a engrosar las filas de esta querida sección. En 1986 la todopoderosa Cannon, culpable de otras cintas que recoge la misma, el director y productor Menahem Golan dirigía otro clásico de nuestra infancia. Músculos, sudor y un trasfondo familiar se daban la mano en otro placer culpable con sello de autenticidad. Bienvenidos a Yo, el halcón.

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Over the Top, como se llamó al otro lado del charco, tiene infinitas bondades para convertirse en puro cine culpable. Contar con el incombustible Sylvester Stallone como absoluto protagonista es una de ellas. La historia de ese camionero apartado de su hijo, que disfruta con el deporte de los pulsos y lucha por acercarse a los suyos no es ajena a nadie. Si además la acompañamos de una banda sonora con éxitos de los 80 con temas compuestos por Giorgio Moroder (impagable el tema The Fight) , el sabor auténtico está garantizado. Por supuesto no podemos obviar su nominación a los Razzie con Stallone como peor actor, hecho que confirma mas aún su presencia en estas líneas.

El guión, de Stirling Silliphant y el propio Stallone, no se metía en jardines precisamente. Lincoln Hawk, camionero de profesión y musculado por devoción, quiere conseguir la custodia de su hijo, la cual tiene su abuelo materno, tras la muerte de su esposa. Un hijo problemático e indómito interpretado por David Mendenhall, un secundario como Robert Loggia y un rival a la altura como el inmenso Rick Zumwalt completaban el reparto.

Mientras nuestro querido Lincoln lucha por hacerse con la simpatía de su hijo, un insufrible mocoso salido de una academia militar, recorremos los parajes de Estados Unidos a bordo de su camión hasta llegar a la competición final, tremendamente disfrutable. Testosterona y cerveza son el perfecto bautismo de fuego. Contrincantes salvajes, un Lincoln sereno y que no las tiene todas consigo, y su hijo que lo anima tras las gradas en un final que redondea el placer culpable en todo su esplendor. Puro cine de los 80.

La cinta fue rodada en Arizona, Colorado, Nevada y Utah, ofreciendo lo mejor de paisajes de una profunda belleza ya de por sí. Machacada por la crítica y recordada por el mismo Stallone como «una mala experiencia con mucho dinero de por medio, que no habría hecho de haberlo pensado mejor», no hablamos precisamente de una cinta que atesore gran calidad. Pero como es costumbre en esta sección, no la alabamos por su calidad técnica o sus excelentes interpretaciones, sino por el recuerdo que tenemos de ella. Y no puede ser mas entrañable.

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¿El precio a pagar? no es para tanto. Toneladas de sensiblería ñoña y aguantar al repelente vástago de nuestro musculado héroe. Pero cuanto añoramos este tipo de historias en el panorama actual, sobre todo los de cierta generación, y es que a ellos precisamente va enfocada esta revisión. El pulso final mientras el campeón Harley desafía a Hawk bajo los focos y el sudor no deja de brotar bien merecen la experiencia. Claro está, si la viste con 14 años tu recuerdo será infinitamente mejor.

Yo, el halcón es una deliciosa pieza de cine culpable. Todos la hemos visto en algún momento, la recordamos con mayor o menor cariño  y confesamos en voz baja haberla terminado mientras hacíamos zapping y disfrutamos la testosterona de sus momentos finales. No hay vergüenza en ello, sino un claro ejemplo de que tuvimos infancia cinéfila que luego alimentamos con otro tipo de productos. El fast food no es malo de vez en cuando, porque también alimenta el alma, así que…

A por todas!

 

Miguel Francisco Moreno

 

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