Cine Culpable: ‘El guerrero americano’

En pleno 1985 y con el auge de cintas similares estrenadas por The Cannon Group, la productora que regentaba Menahem Golan y Yoram Globus, esas máquinas humanas de producir películas en serie, veía la luz una cinta de acción que bien merece estar por derecho en la lista de la sección ‘Cine Culpable’. Bienvenidos a El guerrero americano.

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Esta cinta se merece su lugar de honor en la estantería de todo espectador culpable, y es que marcó dos momentos: Primeramente, el encumbramiento de la Cannon, que había estrenado otros títulos dirigidos por  Sam Firstenberg como La venganza del ninja, protagonizada por el gran Sho Kosugi, o Ninja III la dominación. En segundo lugar, fue el fallido despegue al estrellato de su protagonista, Michael Dudikoff, ese actor de ojos azules con ese carisma y pose especial que recordaban a otros actores como James Dean, salvando las distancias interpretativas.

El guerrero americano era otra cinta B del género, que contaba la aventura de Joe Armstrong, un soldado con un borroso pasado que se vería envuelto en una oscura conspiración tras caer en una emboscada en Filipinas. En la base militar conocería a Jackson, el inolvidable Steve James, que además sería su compañero de acción en otras cintas que vendrían después, y juntos intentarían luchar contra la amenaza del clan ninja y su líder, el ninja Estrella negra.

Dudikoff fue la estrella elegida por Menahem Golan para protagonizar varias cintas futuras, como fueron la infravalorada La fuerza de la Venganza, la secuela de ésta El guerrero americano y su tercera parte junto a David Bradley, o El río de la muerte, todas producto de The Cannon Group.   Se podría decir que el despegue fue a medio gas, ya que a pesar de lo prometido, la carrera del actor no logró remontar como debería. Ya fuera por la mala gestión de la productora, o el éxito de otros actores como Chuck Norris (que rechazó ser el protagonista de esta cinta por tener que llevar la cara tapada en algunas secuencias, cosa a la que se negó en rotundo) la estela de la estrella de Dudikoff se fue apagando progresivamente a pesar de seguir rodando con Cannon.

La película tenía todo lo que se le podía pedir a una producción de este estilo: Acción, artes marciales, la chica, el amigo inseparable, ese agradecido sentido del humor y una banda sonora adecuada a cargo de Michael Linn. Y no podemos negarlo, todos aquellos que la vimos de pequeños, soñábamos con ser el ninja que salvaba a la hija del general y acababa con la diabólica conspiración a golpe de katana.

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El ninja que pondría en serios aprietos a nuestro joven héroe no era otro que Tadashi Yamashita, la mano derecha de Ortega, el magnate que estaba detrás de toda la conspiración, aliado con el alto mando del ejército. Nuestro querido Joe no había aprendido sus técnicas ninjitsu por arte de magia precisamente, y eso se lo debía a su maestro, interpretado por John Fujioka, que le encontró en la jungla y lo crió como a un hijo, adiestrándole en las mortíferas técnicas japonesas de la sombra para combatir el mal.

El guerrero americano sabe a auténtico placer culpable. Todos los amantes de la serie B la guardamos un cariño especial, y eso que en su tramo final todo se salía un poco de madre,  (recordemos el láser con el que Estrella negra atacaba a nuestro héroe en el combate final) aunque para la ocasión todo valía. Ver a James y a Dudikoff repartiendo amor entre los enemigos bien valía llegar tarde a la mesa para cenar, o calentar esa bolsa de palomitas y dejarse llevar. Y ese era el verdadero valor de la cinta.

Dudikoff se vería en otras producciones dirigidas por Firstenberg, como fue la segunda parte de la que recordamos hoy o la citada La fuerza de la venganza, donde compartía protagonismo de nuevo con el tristemente fallecido Steve James. Puede que su carrera no tuviera el éxito prometido, pero sí podemos asegurar que con cintas como ésta será fácil recordarle.

Quién hubiese sido El guerrero americano para quedarse con la chica y ser el héroe de irresistible sonrisa y pasmosas habilidades ninja en aquellos años…Triunfar sería poco.

Auténtico placer culpable con certificado de autenticidad.

 

Miguel Francisco Moreno

 

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